La Dama Del Agua

El silencio se rompe como cada medianoche al llegar a este lugar. El pueblo queda lejano, y solo pueden verse de él las luces de las ultimas casas. El cielo dejaba entrever nubes que se entrelazaban con los rayos de luna formando haces que caian a la tierra. Un tenue arroyo me seguía, caminando en la misma dirección que yo, mientras que el viento pasaba por los árboles, aullando como un lobo.

Aspire el fresco aire percibiendo el suave olor de la tierra mojada, mientras las nubes antes entrelazadas dejan ver la luna en su claro esplendor. Sintiose en todo el lugar una extraña inquietante quietud.

Mas, al volver la vista hacia las aterciopeladas formas que me rodeaban, solo visibles por la luminosidad de la luna en ese instante, el sentimiento de tranquilidad retorno a mí.

El arroyo cedia un poco en la orilla donde la vegetación es abundante, desde mi posición a ambos lados, podia ver como las lacias ramas de los sauces, caian sobre el agua, siquiera acariciándola, a lo cual, el arroyo replica con un silbido producido por las rocas en el agua al cortarla, que asemejaba una leve risa.

Tome asiento en una roca cerca de la orilla desde donde podia oír otro tipo de espectáculo. Los grillos armonizaban con su cante, pero, el insondable silencio se vio roto, no solo por los grillos, sino por innumerables músicos cada uno con su propio instrumento, tal que así, el viento al romper contra los arbustos, hojas, rocas y demás levanto el coro con un sonido casi fantasmal.Los anfibios de las orillas proporcionaban una melodía grave que contrasta con lo demás, formando una inigualable composición que inundaba todo el lugar.

En ese momento, el viento paro de golpe para acabar como por encanto con esta singular orquesta. Mas un sonido sobrevivió al resto, al escucharlo más atentamente pude percibir su sonido grave y melancólico, casi enigmático. No pude adivinar que era, pero de lo que si estaba seguro, es que no era un sonido del bosque.

Escrutando en la sinuosa noche me vi buscando de donde provenía esta melodía que oiase en todo el lugar. Y al perseguir el escurridizo sonido durante largo tiempo, pude ver por fin qué lo producía.

Una figura estaba tocando un violin sentada en un peñón en mitad del arroyo, la lóbrega figura confundiase con la oscuridad de la noche, encapuchada y abrigada con una capa sostenía entre cuello y mano su instrumento mientras que en la otra mano reposaba su arco que frotaba sobre las cuerdas.

Paralizado por la fuerza de su canción permanecí expectante a un lado del arroyo, donde podia ver a la extraña figura justamente en frente mía.

En esto, empiezo a tocar con mucha mas fuerza que antes. Como si por alguna extraña razón supiera que alguien la estaba observando.

Como si de una llamada se tratara, en los arbustos de cada lado del arroyo emprendieron el vuelo pequeñas y brillantes luciérnagas que iluminaban la escena como si fuera de día.Yo casi sin fuerzas e invadido por una emoción incontrolable caí al suelo sin poder remediarlo.La imagen y la música penetraron en mí y aliviaron cualquier pesar antes sentido y ahora olvidado.

Las luminosas criaturas bailaban y formaban círculos en torno a la sombra que seguía tocando su violin sin perturbarse lo mas minimo. En ese momento la música fue cediendo y las luces bajando hasta fundirse con las rocas.

La luna se destapo, al igual que la sombra, y pude ver por fin, desde mi posición, la cara de una mujer que me miraba y sonreía levemente, sus ojos verdes se clavaron en los míos, impidiendome apartar la vista.

Tras unos segundo, la mujer levanto la mano hasta colocar el índice sobre sus labios para sisar levemente, como haciéndome saber que lo que allí había pasado, no debería ser contado.

La luna escondiose detrás de las nubes nuevamente y la dama desvaneciose entre las sombras de la noche, silenciosa y furtiva, como había aparecido.

Por Javier M. Salgado (Buck)