Hay cosas que son simples y de simples se complican. Hay otras que son extremadamente difíciles y, sin embargo, parecen no tener barreras ni límites. El amor es tan simple como querer y esperar que te quieran. No tiene razones ni motivos coherentes, ni siquiera incoherentes. A veces una simple sonrisa basta, una mirada entre tantas y tantas, o una sola palabra en un momento y lugar determinados. Será por sonrisas y miradas, por palabras y momentos, ni qué decir de sitios que los alberguen, y cualquiera de ellos, por alguna extraña e inexplicable razón, dan lugar a corazones desbocados que parecen no encontrar suficiente espacio en el pec
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